Terapéutica Homeopática Práctica
(THP)
Por el Dr. Robert Séror
La Homeopatía y el niño
Por el Dr. D. M. Borland
Traducción: Francisco Javier Ramos Alija, Septiembre 2007
Dr. D. M. Borland (1885-1960)
Este artículo es fundamental, pues está escrito por uno de los mejores pediatras homeópatas que existe en nuestra disciplina. Los trabajos de Borland, son siempre concisos, pero repletos de realidad clínica. Para comprender bien a Borland, no solamente hay que leerlo, debe ser releído. En este artículo, todo Médico Homeópata generalista capaz, se encontrará, y encontrará problemas de terapéutica pediátrica que existen en nuestros días. He dispuesto algunas cabeceras de capítulo en este trabajo, de modo que podamos tener un acceso directo a ellas, son estas:
· Parto, Después del parto, Antes del nacimiento, Dentición, Falso croup, Patología pulmonar y respiratoria, Primeros meses, El psiquismo en los niños, Toxicosis.
· Anexo adjuntado al artículo de Douglas Borland: Plancha extraida de la “Geografía Homeopática” de R. Dufilho que objetiva los principales remedios pediátricos: (<>)
(Traducido del periódico inglés “Homeopathy” (Agosto 1932); extraido de una conferencia efectuada en el “Educational Course”, en el Hospital Homeopático de Londres. Esta traducción al francés fue efectuada por el Dr. Henry Duprat).
Los cuidados del niño atañen a la salud y al desarrollo no solamente del psiquismo, pero también de lo mental.
Estos cuidados deben comenzar antes del nacimiento, ya en el seno materno. Es esencial garantizar durante el embarazo el buen estado corporal y psíquico de la madre si se desea que ella traiga al mundo un niño del mejor modo posible.
La madre puede presentar numerosos problemas que pueden tener una mala influencia sobre el niño al nacer. Algunos son propios del embarazo, otros pueden afectar indistintamente a todas las mujeres.
Hablaremos primero de algunas condiciones particulares del embarazo. En el plano físico tenemos: los vómitos, la albuminuria, el estreñimiento con autointoxicación, o la diarrea. En el plano psíquico se puede constatar una depresión anormal, temores mórbidos, insomnio, consecuencias de miedos. ¿En estas esferas qué ofrece la Homeopatía con superioridad a la medicina clásica?
Los vómitos excesivos del embarazo, si se les deja prolongarse, pueden llevar a la muerte del feto, sea una muerte natural, sea una muerte artificial provocada para salvar a la madre. El tratamiento clásico en estos casos consiste en el reposo en cama, reducción alimentaria, que puede llegar a la inanición, administración de sedantes y drogas antieméticas, y si el estado es más grave, administración de glucosa.
En la mayor parte de los casos, cuando los vómitos del embarazo comienzan, algunas dosis homeopáticas de Ipecacuanha los alivian completamente.
El peligro se debe prevenir y si se conoce, no se debe obviar. En aquellos casos en que no ha habido tratamiento homeopático desde el principio, la respuesta al tratamiento homeopático es remarcable, si bien es más difícil y se debe indicar por los síntomas individuales del enfermo.
La albuminuria del embarazo es uno de los terrores del parto. Es un signo muy peligroso sobre todo para la madre y también, por su intermedio, para el niño.
Es el signo precursor de las convulsiones con sus horrores y sus angustias. El tratamiento oficial consiste en la prescripción de purgantes salinos, de bebidas glucosadas en abundancia para tratar de eliminar los elementos tóxicos, una alimentación blanda, semilíquida o líquida, según la gravedad del caso, con el fin de proporcionar fortaleza a los riñones, órganos secretores que eliminan del organismo los residuos que este produce.
Y sin embargo, en varios casos, he visto a Apis, Plumbum, Phosphoricum acidum o Terebenthina hacer desaparecer la albuminuria, sin ningún purgante, y dejando una alimentación normal al enfermo.
El estreñimiento es un desorden banal durante el embarazo. Cuando existe, auto-intoxicación tiende a aparecer, y mientras que persiste, expone al enfermo a complicaciones más graves debidas a la infección por el colibacilo.
El tratamiento del estreñimiento se ha mejorado mucho durante estos últimos años pero aún deja mucho que desear (en medicina clásica). En el mayor número de los casos algunas dosis de Nux vomica, Opio o Alumina restablecen las cosas, con tal de que la alimentacón sea racional.
La diarrea durante el embarazo es una complicación todavía bastante seria y que puede, a menos que se alivie con rapidez, conducir a un aborto. La prescripción alopática de una dosis de aceite de ricino seguida o no de un sedante intestinal se prefiere a la acción suave de una dosis homeopática de Aloe, Podophyllum o Mercurius, con sus alivios inmediatos. Yo me pregunto ¿por qué?
Desde el punto de vista mental; los desordenes mórbidos de la madre tienen un efecto evidente sobre el feto. No hay más que observar a los niños nacidos durante la guerra para darse cuenta de la influencia que puede ejercer sobre un niño antes de su nacimiento.
El tratamiento alopático habitual consiste en la administración de dosis regulares de bromuro, con la convicción ciega de que esta droga no influye en el niño.
He visto al hijo de una mujer así tratada cubierto de una erupción brómica, prueba de la intoxicación por el bromuro, durante la semana siguiente a su nacimiento. ¡Ciertamente hay algo mejor que hacer! La depresión cederá después de la dministración juiciosa y homeopática de Pulsatilla, Aurum o Sepia.
· Hospital Homeopático pediátrico de Glasgow. Gracias a Peter Morrell por esta fotografía.
Los miedos cesan bajo la acción de Aconitum, Arsenicum, Argentum nitricum, Ignatia o de remedios vecinos.
La madre cansada encuentra su sueño con la ayuda de Aconitum, Belladona, Coffea, Nux vomica, etc y las consecuentes molestias de los miedos se disipan bajo la acción relajante de Aconitum, Ignatia, Opio, Phosphoras, Pulsatilla, etc.
El sistema nervioso de madre nunca se verá afectado ni su niño envenenado por tales remedios.
No perderé tiempo en hablar de las enfermedades ocasionales, como el influenza, los resfriados, las pulmonías, etc; a las cuales estamos todos expuestos.
En este ámbito vemos, en su mayor contraste, el valor comparativo de la homeopatía y la medicina oficial en cuanto al tratamiento de la enfermedad aguda. Pero yo no tengo tiempo de hablar de ello ahora.
He aquí ahora un factor capaz de influenciar seriamente a la salud del niño: es su nacimiento por si mismo. En este momento hay muchos riesgos y algunas fechorías; problemas que aparecen por la necesidad de emplear maniobras manuales o instrumentales, aunque sean ejercidas por el más hábil experto; alteración debida a un trabajo de parto prolongado y difícil, fuera de toda intervención exterior.
Estas alteraciones pueden ser traumatismos que afectan a los miembros, o, lo que es bien más grave, hemorragias intracraneales con sus consecuencias sobre el cerebro.
Hay aquí dos problemas que preveer: en primer lugar, cómo evitar estos riesgos, si es posible; en segundo lugar, que se puede hacer para ayudar a un bebé que es víctima de un trabajo de parto difícil.
La experiencia corriente de los médicos homeópatas del mundo entero, practicando la medicina general, es que sus clientes no conocen dificultades en sus partos. Si esto no prueba nada, es en cualquier caso una feliz cosa para los enfermos. Hay dos razones para esta feliz experiencia. Una mujer embarazada que se trata homeopáticamente durante su embarazo llegará al parto, libre de los desordenes físicos y psíquicos que es la causa a menudo de un trabajo anormal.
En segundo lugar, hay un remedio, Caulophyllum, que tiene la facultad de regularizar el trabajo. Esto es un hecho conocido y explotado desde hace tiempo por los homeópatas y que es igualmente verdadero hoy mismo.
He tenido una paciente que recientemente parió a su primer niño. Muchos años antes su madre ya había tomado a Caulophyllum antes del nacimiento de mi cliente. A su vez ésta tomó Caulophyllum antes de la llegada de su propio niño.
Durante su parto fue asistida por un obstétra de gran experiencia. Su niño era grande, era su primer embarazo; el trabajo de parto ya había comenzado y se examinó.
El ginecólogo dice que todo iba bien y retornó a su casa después de haber asegurado que era necesario que pasaran aún varias horas antes de poder ayudar a la paciente. Apenas ha llegado a su casa, suena el teléfono de urgencia; llegó a la habitación de la madre para constatar que el niño había nacido.
Durante el embarazo había tomado diariamente pequeñas dosis de Caulophyllum durante un mes previo al parto.
Coincidencia quizá, pero coincidencia con la cual se puede contar.
Consideremos ahora a los infelices niños que nacieron consecuencia de un trabajo de parto difícil. Se les divide en dos clases: azules o asficticos y los pálidos o colapsados.
Veamos primero al niño con aspecto asfíctico – azul. No tiene obstrucción mecánica pero el bebé no respira.
Los estimulantes externos no producen el resultado buscado o solo lo obtienen momentaneamente. Pronto el pulso comienza a debilitarse. Aparece un poco de ansiedad y pensamientos oscuros se imponen en el espíritu de todos: pensamientos de la madre, pensando en todo lo que le podría pasar, nerviosismo del padre que espera noticias.
Una dosis de Laurocerasus y todo el cuadro cambia, el niño respira y grita.
El estado del niño pálido y sincopal es menos dramático y más lamentable. Gime débil, los brazos fríos. Se perciben difícilmente sus ruidos del corazón. Está como muerto.
El calor, los estimulantes, las fricciones parecen inútiles. El niño recuerda la imágen del ahogado. Carbo vegetabilis devolverá a este niño vivo a los brazos de su madre.
Hay aún otra circunstancia que se observa de vez en cuando. El niño nació después de algunas dificultades y parece bien; pero después de algunos días se observa que no todo está en orden.
Se puede constatar que un brazo o una pierna están enflaquecidos, difícilmente se mueven, que la cara presenta un poco de asimetría o que el niño sujeta la cabeza con dificultad.
Esto revela una hemorragia intracraneal. Una dosis de Arnica ayudará a la resorción de la sangre y garantizará el máximo de reparación del tejido cerebral dañado.
Una vez que el niño hizo su entrada en el mundo, la primera necesidad es asegurar una alimentación conveniente.
Todo el mundo está de acuerdo en afirmar, que si eso es posible, la lactancia materna es el régimen ideal para el lactante.
Muchas madres, a pesar de poner en juego su mejor voluntad, son incapaces de alimentar a su bebé con el pecho. Quizá se deba a una insuficiente secreción, a una leche demasiado pobre, a una leche tóxica para el niño, y todo eso puede persistir a pesar de todos los medios accesorios a los que se pueda recurrir.
Y sin embargo algunas dosis de Belladona, Phytolacca, Pulsatilla bastan para establecer una amplia secreción de una leche sana y nutritiva; o Calcarea carbonica o Lac defloraturn volverán a dar su valor normal a una leche de mala calidad; o Natrum carbonicum o Silicea ayudarán a la madre a transformar una leche tóxica en una leche de buena calidad alimenticia.
En los primeros meses de la vida, los desordenes más frecuentemente encontrados son sobre todo los digestivos. Pueden tomar la forma de una digestión insuficiente de la leche, y se revelan por vómitos, la diarrea o el estreñimiento.
Se gastan increíbles esfuerzos en el trabajo y cuidados hábiles, para intentar encontrar una mezcla alimenticia que convenga al bebé que digiere mal. Tenemos siempre algunos casos similares en el hospital (homeopático).
Y puedo decir que, sin excepción, estos niños, al volver a entrar en su casa, se alimentan con leche materna y no con un alimento “fabricado”. Se han regulado cuidadosamente en su nutrición, pero además recibieron un tratamiento homeopático que les puso en condiciones de tomar su alimento normal.
No podría decir cuántos niños traídos por una intolerancia de la leche, inmediatamente se han restablecido y continúan la lactancia materna después de algunas dosis de Aethusa, Silicea, Natrum carbonicum, Calcarea carbonica.
Los vómitos cesan, las heces se vuelven normales, el estreñimiento desaparece.
De todas las enfermedades de la primera infancia más fatal (incluso mortal) es la diarrea infantil aguda.
Su número de víctimas se calcula por millares cada año. Me acuerdo que un día, en el Hospital homeopático, mientras que estudiaba a un bebé afectado por diarrea aguda que acababa de ser ingresado y que yo mismo expresaba mi poca confianza en sus oportunidades de curación, evolucionó con sorpresa y yo me respondí a mi mismo:
" ¡Pero nosotros no perdemos las diarreas agudas! "
Esta afirmación no es rigurosamente exacta, pero es cierto que el conocimiento del poder de los remedios homeopáticos aleja el temor con el cual se abordarían, sin ellos, tales epidemias.
He visto un bebé ingresado en el Hospital en un estado tal que parecía inútil intentar nada y que, en algunas horas, bajo la influencia de pequeñas dosis Arsenicum se transformó e irreconocible.
Y se observan tales hechos tan a menudo que nunca deben considerar un caso como desesperado, cuando se conoce el poder de Arsenicum, Mercurius, Aloe, Podophyllum, Croton tiglium y Sulfur, si estos remedios se aplican según las indicaciones homeopáticas.
Durante el desarrollo del lactante, el primer eslabón que debe cruzarse, es la erupción del primer diente. El desarrollo dental se produce en el niño en buena salud y es un proceso totalmente natural y no se acompaña de ningún desorden.
Desgraciadamente la mayoría de los niños que son confiados a la observación del médico no gozan de una salud perfecta y la dentición puede asociarse a toda clase de desordenes.
Conocemos bien a este niño “en el trabajo de la dentición”, con sus encías inflamadas y dolorosas que, para aliviarse, hunde en la boca sus dedos y su mano, y parece que intentara introducir todo el brazo, o este niño puede estar así, terriblemente irritable, que mantiene a toda su familia en pie.
La incisión de estas encías inflamadas y la administración de calmantes pueden compararse a la acción inmediata y persistente de una pequeña dosis de Chamomilla.
Hay otra enfermedad del niño que puede desconcertar a toda una familia - el falso crup (“la guadaña - garrotillo de los clásicos”) -. Es un espectáculo espantoso. El niño sentado y con terror, su cara que ha quedado puntualmente púrpura, azul o negra, su gran dificultad para respirar, sus sacudidas nerviosas llegando a veces hasta las convulsiones. No es asombroso que la familia esté desesperada mientras que tales crisis tienden a reproducirse.
El tratamiento clásico de estos casos consiste en la administración de un vomitivo, la aplicación de compresas y fumigaciones calientes sobre el cuello.
En vez de todo eso, la administración de un poco de Aconito, de Spongia o de Hepar sulfur permite al niño dormirse tranquilamente en algunos minutos sin que la crisis se reproduzca.
De la misma manera podría hablar de las otras enfermedades de la infancia, como bronquitis, pulmonías, distintas enfermedades de la piel, infecciones agudas y comparar, contrastando, los métodos de tratamiento de las dos escuelas médicas; pero pienso haber dicho ya bastante en este sentido, quiero ahora abordar otros temas.
Hasta una época muy reciente el niño, que sin sufrir una enfermedad evidente, no se desarrollaba normalmente, provocaba la desesperación del médico. Se reglaba la dieta, la higiene, los cuidados generales, pero los resultados estaban lejos de ser satisfactorios.
En estos últimos años se realizaron algunos progresos en el tratamiento de algunos de estos casos. Una pequeña parte de éstos se debe a desordenes de secreciones internas y se realizó un excelente trabajo en su estudio y su tratamiento con preparaciones de extractos de la glándula apropiada.
En otros casos se atribuyó a la ausencia de vitaminas en la alimentación y por esta vía se hizo también un muy buen trabajo.
Finalmente algunos casos parecieron responder hasta cierto punto a la aplicación de los rayos ultravioletas. Se realizó un avance positivo, pero la gran mayoría de los casos no corresponden a los grupos enunciados y la medicina solo puede dar para ellos algunos consejos de tipo general.
Para simplificar, dividiré los casos de este tipo en dos grupos:
1° - Casos en los cuales hay un desorden en el desarrollo mental.
2° - Casos en los cuales el desarrollo físico es el culpable.
En el primer grupo meteremos todos los grados de desordenes mentales. Esta el caso del niño en el que todo se retrasa. Es lento en aprender a caminar, aunque no sufra de debilidad muscular y es lento en aprender a hablar.
Su atención está con facilidad distraida y no parece darse cuenta de la gente y de las cosas como un niño normal. Sin embargo no parece tener nada positivamente anormal y se tranquiliza a los padres diciéndoles que se trata de un pequeño retraso en el desarrollo y que todo se arreglará.
Esto no es demasiado a menudo más que un deseo piadoso.
Es este tipo de niño al que se le ve demasiado a menudo convertirse en un adulto incapaz o criminal.
Pero, por otro lado, bajo la acción de Baryta carbonica, Bórax, Natrum muriaticum o de otro de nuestros remedios utilizados en la infancia, estos sujetos se desarrollan rápidamente como unos adultos totalmente normales.
Existe el caso de un déficit mental totalmente definido. Parece que existe aquí una laguna en el cerebro y el niño carece de la inteligencia ordinaria. Es un cuadro lamentable. Incapaz de hablar o comprender, el niño sigue siendo tan impotente como el día de su nacimiento.
El consejo que se les da habitualmente, es enviar a tales sujetos a centros de tratamiento para “niños anormales” donde, gracias a una infinita paciencia, se llega a hacer algo para mejorar su educación, para enseñarles higiene elemental y quizá a comer y a vestirse completamente solos.
Y sin embargo he visto a sujetos similares pasar a ser niños normales y más tarde ser capaces de seguir normalmente la escolarización entre los “niños normales”, y todo, gracias un tratamiento homeopático.
Otro tipo de patología muy frecuente en nuestro tiempo está representado por lo que se denomina “el niño nervioso”.
Tiene miedo de estar solo, tiene miedo a la oscuridad, al tráfico, inclinado al insomnio y a los terrores nocturnos; se considera una miseria para sí mismo, y es un tormento para sus padres.
Una copiosa literatura existe sobre este tema de “el niño nervioso”, plena de excelentes consejos en cuanto a los cuidados generales de este estado, pero reducidos al uso de calmantes por lo que se refiere al tratamiento médico.
Esto puede calmar los síntomas agudos pero no influir de ningún modo en la inestabilidad del sistema nervioso. Es importante ocuparse del medio donde vive el niño, pero mucho más, considerar su constitución nerviosa. Sin eso se expone a este niño, con esta afectación nerviosa, a que más tarde en su vida, aparezcan infelices aventuras.
La homeopatía puede atacar este desequilibrio nervioso. Controla fácilmente los síntomas inmediatos y, lo que es más precioso, puede en este punto modificar y consolidar todo el sistema nervioso y que todos los signos y síntomas de su inestabilidad desaparezcan.
Desde el punto de vista físico los problemas son los mismos. Aquí nos encontramos con estados agudos, que no son hechos aislados, pero nos indican una debilidad que subyace en lo más profundo. He aquí la historia que nos encontramos ordinariamente.
El bebé parecía bien a su nacimiento. La primera señal anormal apareció a la salida de los primeros dientes. Entonces el niño presentó desordenes digestivos acompañados de un poco de diarrea o algunos vómitos o quizá de convulsiones ligeras.
Poco tiempo después hizo una pequeña bronquitis y desde entonces durante varias semanas no ha cesado de tener resfriados que tienden a descender al pecho. La fase siguiente consiste en una hipertrofia de las amígdalas y de las adenoides, quizá una otalgia seguida de zumbidos de oídos y de sordera más o menos pronunciada y, finalmente, en una inflamación de los ganglios del cuello con o sin supuración.
Tal es el género de historia que hemos abordado, con pequeñas variantes y en múltiples casos, en las consultas externas del Hospital.
Cada uno de los episodios descritos se ha tratado a medida que aparecía. Una serie de “polvo gris” había corregido los desordenes digestivos y había impedido la vuelta de las convulsiones.
Una mezcla expectorante y una enérgica aplicación de aceite alcanforado habían curado la bronquitis.
Las amígdalas hipertrofiadas y las adenoides se habían confiado al cirujano.
La inflamación de los ganglios del cuello era la razón final por la cual nos traían a estos niños.
Esto es un tipo de historia mórbida; hay muchas otras, todas difieren mucho en sus síntomas, pero cada uno de éstos se presenta así tan regularmente, que se puede predecir su desarrollo médico; hay certeza para que se produzca tal o cual manifestación aguda.
Para los padres la enfermedad aguda constituye toda la historia, pero para el médico no debería constituir más que una misma cosa en el desarrollo de la historia evolutiva.
Es en estos casos cuando la Homeopatía puede realizar algunas de sus más grandes obras. La importancia del trabajo que debe realizarse depende, hasta cierto punto, de la fase en que el niño se pone a tratamiento; pero cualquiera que sea el inicio del tratamiento, el objetivo es desarraigar el defecto constitucional profundo y no hacer solamente cesar síntomas agudos momentáneos; y seguro que el tratamiento saca adelante al niño desde la profundidad de su enfermar, cosa que ningún otro tratamiento puede hacer.
- Desde hace tiempo constataron que no soy un orador.
He intentado presentarles algunos ejemplos de las observaciones que se pueden hacer durante la práctica médica y las conclusiones que me han sido impuestas por estas observaciones.
Si he conseguido convencerles de que mi certeza de la superioridad de la homeopatía es fruto del resultado de la experiencia diaria y si he estimulado la curiosidad de algunos investigadores, sentiré que no les hice perder su tiempo.
He aquí adjunto, un cuadro relativo a los remedios homeopáticos del niño quien mi Maestro, Robert Dufilho, había seleccionado:
El nombre de los remedios se escribe de su mano y señaló la valorización del remedio por una característica más o menos acentuada.
Poseo todos los cuadros de la " Geografía Homeopática " escritas y dibujadas de su mano, que publicaré en este sitio cuando tenga tiempo.
Este cuadro no es exhaustivo y Robert Dufilho, me decía que muchos remedios de adultos convienen al niño.
Era extremadamente práctico y clínico, como Douglas Borland, que él admiraba mucho.
La medicina homeopática es una ciencia que no tiene final; ¡al cabo de 45 años de práctica más o menos (tesis en 1955, principio de los estudios en 1948), existen muchas particularidades homeopáticas que continúo aprendiendo!
Référencias bibliográficas : Dr Douglas M. Borland, Le Propagateur de l’ Homéopathie, 1936, Juin, N° 6, page 208 à 219. Séleccion, Scan, numéración, vérificación, puesta en página, coloración e ilustraciones, Dr R. S.