Como muchos sabéis el fin de semana pasado se celebró la reunión bianual del grupo de trabajo Homeopático "sucu-sucu-ta". La Reunión fue un éxito tanto de asistencia como de contenidos. Se realizó en un paraje extraordinario, desde aquí nuestro agradecimiento a ASPAYM por todas las atenciones prestadas. Podemos afirmar que "El Bosque de los Sueños" es un paraíso creado por ASPAYM y que tienen las personas dependientes y los discapacitados en Cubillos del Sil, El Bierzo (León).
Es muy importante destacar, que a estas reuniones de intenso trabajo, acuden Homeópatas desde la lejanía, algunos hacen más de mil kilómetros de distancia, y todo para trabajar durante un maravilloso fin de semana. Es cierto que fue lluvioso y que apenas hubo tiempo para lo lúdico, pero en cualquier caso, quedó prendida la idea de que hay que volver a El Bierzo, quizás con el propósito de la visita, el congreso y/o el turismo.
Se presentaron trabajos de muy alto nivel científico, desde aquí emplazo a D. Carlos Lerma (nuestro gran Boticario, Homeópata de Sevilla y secretario del grupo) a que nos haga un resumen de las ponencias presentadas.
Agradecer a todos los asistentes su capacidad de dar, porque ya sabéis que cuando uno comparte lo que tiene, y más cuando se trata de su conocimiento y su amistad, es una honra saberse como parte de ese grupo de tanta calidad personal.
Blog del homeópata, por y para la homeopatía y cuantos quieran compartir con nosotros sus experiencias y anhelos.
lunes, 18 de junio de 2007
miércoles, 13 de junio de 2007
AQUELLO QUE EN EL ENFERMO HAY QUE CURAR
Es difícil encontrar un solo autor que no dé importancia decisiva y fundamental a los síntomas mentales como rectores del cuadro clínico del paciente en cuestión. La forma de afrontar al enfermo a veces difiere, pero en esto es taxativo.
Desentrañar lo patológico de lo “caracterial” se convierte en nuestro empeño y aquí entra en juego la capacidad del médico para encontrar desde el punto de vista diagnóstico ese remedio que abarca el cuadro patológico que impregna a nuestro enfermo. No es fácil, creo que incluso sabiendo y teniendo grabado a fuego que “debemos estar libres de prejuicios” nos equivocamos y de hecho lo hacemos un poco cada vez que no encontramos el “similium”. Entrar por tanto, en la perturbación afectiva que persiste de fondo en el comportamiento biológico y psicológico del individuo es en ocasiones arduo y complejo, por lo que se requiere “un sentido clínico y analítico”, que de base supone para el Homeópata una formación médica y humana que permita comprender a su paciente para saber “lo que hay que curar”. Dice Tomás Pablo Paschero en su libro Homeopatía (Editorial Ateneo): “La medicina organicista, alopática u homeopática, que no puede penetrar en el mundo subjetivo en donde se hayan las premisas dinámicas de la enfermedad del hombre y que necesita diagnosticar enfermedades fisiopatológicas para suprimirlas, como entes extraños a la vida, no puede comprender que el único diagnóstico posible de un enfermo semejante es el de Natrum muriaticum 10 M., medicamento que analogicamente configura una personalidad caracterológica similar y por ende el único que podrá llegar a curarlo, incidiendo en el núcleo mórbido radical de la perturbación voluntario-afectiva de su vida”.
Francisco Javier Ramos Alija.
13 de Junio 2007; Una pequeña reflexión a la lectura de “Homeopatía de Paschero”
Desentrañar lo patológico de lo “caracterial” se convierte en nuestro empeño y aquí entra en juego la capacidad del médico para encontrar desde el punto de vista diagnóstico ese remedio que abarca el cuadro patológico que impregna a nuestro enfermo. No es fácil, creo que incluso sabiendo y teniendo grabado a fuego que “debemos estar libres de prejuicios” nos equivocamos y de hecho lo hacemos un poco cada vez que no encontramos el “similium”. Entrar por tanto, en la perturbación afectiva que persiste de fondo en el comportamiento biológico y psicológico del individuo es en ocasiones arduo y complejo, por lo que se requiere “un sentido clínico y analítico”, que de base supone para el Homeópata una formación médica y humana que permita comprender a su paciente para saber “lo que hay que curar”. Dice Tomás Pablo Paschero en su libro Homeopatía (Editorial Ateneo): “La medicina organicista, alopática u homeopática, que no puede penetrar en el mundo subjetivo en donde se hayan las premisas dinámicas de la enfermedad del hombre y que necesita diagnosticar enfermedades fisiopatológicas para suprimirlas, como entes extraños a la vida, no puede comprender que el único diagnóstico posible de un enfermo semejante es el de Natrum muriaticum 10 M., medicamento que analogicamente configura una personalidad caracterológica similar y por ende el único que podrá llegar a curarlo, incidiendo en el núcleo mórbido radical de la perturbación voluntario-afectiva de su vida”.
Francisco Javier Ramos Alija.
13 de Junio 2007; Una pequeña reflexión a la lectura de “Homeopatía de Paschero”
Reflexiones Homeopáticas
· Nosología Homeopática y otros asuntos
Al margen de la hipótesis de la psora, entendiendo por tal, la enfermedad que determina el conjunto de síntomas crónicos que quedan después de haber descartado los de la enfermedad chancrosa y la blenorragia, la visión trinitaria del universo es un concepto “no nuevo”, ¿es posible que esa concepción trimiasmática, se encadene con la simbología cristiana recogida por algunos filósofos al uso? Recientemente he leído un artículo en la última revista de la FEMH, que desde la profundidad, Isidre Lara recoge este tema, que apasionante yo sólo puedo esbozar.
Sería razonable plantearse que la obra de Hahnemann está inconclusa, incluso no sería arbitrario expresar que en parte de su obra y a la vista de los conocimientos actuales hay “erratas” que precisan discusión y estudio, no desde la crítica, sino tal vez desde un punto de vista integrador a la luz de los conocimientos actuales. Reconocer la labor de Hahnemann y lo que supone para nosotros su método, no significa en absoluto que no podamos plantear alternativas de estudio y trabajo, es más, debe convertirse en una necesidad.
El inventario de los miasmas crónicos que el mismo Hahnemann desarrolló, podemos plantearnos con humildad, que a la vista de los conocimientos actuales debe ser cuando menos, revisado. Y este es el planteamiento que de partida choca con algunas mentalidades arquetípicas que bien seguro, si vivieran en la época de Hahnemann se posicionarían frente a él, dado su inmovilismo y esa maravillosa dificultad que supone indagar en lo desconocido.
Cualquier planteamiento debe significar el avance en el conocimiento, con los pies bien posicionados sobre terreno firme y sin el balanceo de la hipótesis. Desentrañar a la vista de los conocimientos actuales y de la percepción homeopática basada en la evidencia de tantos y tantos terapeutas serios, puede implicar que de partida, nuestro conocimiento compartido, suponga no ya el hallazgo, sino la certeza de que la hipótesis camina por el terreno de La Teoría en base a los firmes conocimientos en que se sustenta.
El conocimiento del método que Hahnemann nos legó es el elemento imprescindible para desmadejar el entramado tan complejo que supone “el porqué de una curación” en base a la respuesta del individuo a ese remedio. Es posible que a muchos de nosotros no nos interese “el porqué” y esta cuestión no descalifica el Método, simplemente plantea formas de pensamiento y discusión de los conceptos. A muchos les gustaría un Método unificado en la forma de tratar en base a las potencias utilizadas, otros simplemente se plantean, que la elección del remedio debe ser el único argumento de nuestro trabajo. Dada la sutilidad de nuestro método terapéutico, resulta imposible plasmar sobre una realidad individual concreta, que hubiera pasado de utilizar una u otra escala, una u otra potencia. Es por este importante motivo que siempre nos encontraremos en la diatriba de saber cual hubiera o hubiese sido la mejor alternativa terapéutica para un caso concreto. A veces concentramos nuestros esfuerzos en planteamientos que de todo punto, únicamente nos van a ocasionar conflicto personal. Me pregunto si hay algún homeópata que no se haya planteado, no ya que la elección de su remedio es la adecuada, sino que una vez escogido el remedio, que su potencia y escala sea la adecuada al paciente. Partiendo de esta elemental aseveración, es posible que más de uno haya rumiado para sí, que la dosis puede ser importante, incluso muchas veces, en base a la experiencia acumulada, nos atrevemos a decir que tal o cual potencia es de efecto más profundo que tal otra...
Atendiendo a las hipótesis que se nos plantean, hemos llegado a ver toda suerte de elucubraciones, unos las visten en forma de cebolla y sus capas, otros en forma de árbol con enredaderas, otros nos hablan de los Miasmas con una precisión de lenguaje, que las más de las veces nos suena a chino, alternativa dialéctica, que en base a nuestra formación “científica” se nos hace de muy difícil comprensión, y todo ello para intentar dar cobertura a un Método que no lo precisa. Nadie sensato en nuestro medio Homeopático, duda de los beneficios de tal o cual remedio en tratamientos agudos. Dicho con un ejemplo, es indudablemente conocido los beneficios de Ledum palustre tras la picadura de insectos. Unos lo dan en baja potencia y funciona, otros, más alta y también funciona. Otros incluso usan otra escala e igualmente funciona...
La pregunta podría ser ¿funciona igual de bien con las diferentes potencias y escalas? Si la respuesta fuera afirmativa me plantearía que posiblemente con el remedio bien elegido la cuestión quedaba zanjada. Sin embargo somos humanos y oiremos los planteamientos más o menos agresivos en la defensa de tal o cual forma de proceder.
Atendiendo a la respuesta en el tratamiento agudo, también nos podríamos plantear que la respuesta al tratamiento crónico no tiene porque diferir, y es por ello que dicha respuesta debe ser idénticamente buena si acertamos en la elección del remedio. A pesar de esta argumentación tan simple y tan profunda a la vez, nos encontramos con que la mayoría de nosotros se ve influenciado por no sé que escuela, corriente o forma de aplicar el Método. A pesar de todo, somos impacientes, muy impacientes, y nos cuesta comprender que si en el tratamiento agudo la respuesta es muy rápida, ¿porque no va a ser tan rápida en el tratamiento crónico?
Claro está, podríamos decir que la profundidad de afectación de la “Dynamis” no tiene nada que ver en el proceso agudo y en el crónico, fundamentalmente atendiendo al “embricamiento” de las patologías. Esta respuesta podría sernos útil, y es posible que la gran mayoría nos conformáramos con ella, sin embargo, aceptamos una premisa que nos parece lógica sin cuestionarnos absolutamente nada. La utilización del lenguaje, a fuerza de lecturas nos parece coherente y a pesar de todo, los neófitos como yo y otros que no lo son tanto, confunden la terminología de los conceptos, que entiendo, no son tan claros y es por ello que la confusión terminológica debe considerarse como una de las barreras a suprimir, encontrando un código que nos permita entendernos con absoluta claridad. A menudo, se hace referencia a Hehnemann y a sus escritos, y es lícito y necesario, pero no es menos cierto, que a la luz de los conocimientos actuales, deberemos empezar a destapar “ciertas ollas que aún permanecen cerradas”, y ya pasan bastantes años.
La lectura de Fundamentos de Nosología Homeopática, del Dr. Emilio Morales supone para mí un hito en la reflexión que antecede. Plantea con lenguaje coherente y sin descalificativos una forma de entender el método que olvida las abstracciones y profundiza en el conocimiento de las enfermedades y a su través a los enfermos. Con metodología nos explica el concepto de enfermedad remanente y nos abre las puertas no sólo teoréticas del uso de un método terapéutico que con basamento práctico se aplica con la legitimidad del que solamente duda en la elección del remedio (no olvidemos que en gran parte este es el “quiz” de la cuestión). Es verdad que la lectura es a veces complicada, pero no es menos cierto, que detrás de esa complicación está la consecuencia de comprender, que bien manejado, el método terapéutico que usamos supone un gran bien, en primer lugar para nosotros, “pequeños vanidosos” que pretendemos el bien, sin más, de los demás.
Maravillosa idea sería, desde mi punto de vista, consensuar un grupo de trabajo que oriente estos pasos, estoy seguro que el Dr. Hahnemann lo aplaudiría.
Francisco Javier Ramos Alija, Marzo 2007.
Al margen de la hipótesis de la psora, entendiendo por tal, la enfermedad que determina el conjunto de síntomas crónicos que quedan después de haber descartado los de la enfermedad chancrosa y la blenorragia, la visión trinitaria del universo es un concepto “no nuevo”, ¿es posible que esa concepción trimiasmática, se encadene con la simbología cristiana recogida por algunos filósofos al uso? Recientemente he leído un artículo en la última revista de la FEMH, que desde la profundidad, Isidre Lara recoge este tema, que apasionante yo sólo puedo esbozar.
Sería razonable plantearse que la obra de Hahnemann está inconclusa, incluso no sería arbitrario expresar que en parte de su obra y a la vista de los conocimientos actuales hay “erratas” que precisan discusión y estudio, no desde la crítica, sino tal vez desde un punto de vista integrador a la luz de los conocimientos actuales. Reconocer la labor de Hahnemann y lo que supone para nosotros su método, no significa en absoluto que no podamos plantear alternativas de estudio y trabajo, es más, debe convertirse en una necesidad.
El inventario de los miasmas crónicos que el mismo Hahnemann desarrolló, podemos plantearnos con humildad, que a la vista de los conocimientos actuales debe ser cuando menos, revisado. Y este es el planteamiento que de partida choca con algunas mentalidades arquetípicas que bien seguro, si vivieran en la época de Hahnemann se posicionarían frente a él, dado su inmovilismo y esa maravillosa dificultad que supone indagar en lo desconocido.
Cualquier planteamiento debe significar el avance en el conocimiento, con los pies bien posicionados sobre terreno firme y sin el balanceo de la hipótesis. Desentrañar a la vista de los conocimientos actuales y de la percepción homeopática basada en la evidencia de tantos y tantos terapeutas serios, puede implicar que de partida, nuestro conocimiento compartido, suponga no ya el hallazgo, sino la certeza de que la hipótesis camina por el terreno de La Teoría en base a los firmes conocimientos en que se sustenta.
El conocimiento del método que Hahnemann nos legó es el elemento imprescindible para desmadejar el entramado tan complejo que supone “el porqué de una curación” en base a la respuesta del individuo a ese remedio. Es posible que a muchos de nosotros no nos interese “el porqué” y esta cuestión no descalifica el Método, simplemente plantea formas de pensamiento y discusión de los conceptos. A muchos les gustaría un Método unificado en la forma de tratar en base a las potencias utilizadas, otros simplemente se plantean, que la elección del remedio debe ser el único argumento de nuestro trabajo. Dada la sutilidad de nuestro método terapéutico, resulta imposible plasmar sobre una realidad individual concreta, que hubiera pasado de utilizar una u otra escala, una u otra potencia. Es por este importante motivo que siempre nos encontraremos en la diatriba de saber cual hubiera o hubiese sido la mejor alternativa terapéutica para un caso concreto. A veces concentramos nuestros esfuerzos en planteamientos que de todo punto, únicamente nos van a ocasionar conflicto personal. Me pregunto si hay algún homeópata que no se haya planteado, no ya que la elección de su remedio es la adecuada, sino que una vez escogido el remedio, que su potencia y escala sea la adecuada al paciente. Partiendo de esta elemental aseveración, es posible que más de uno haya rumiado para sí, que la dosis puede ser importante, incluso muchas veces, en base a la experiencia acumulada, nos atrevemos a decir que tal o cual potencia es de efecto más profundo que tal otra...
Atendiendo a las hipótesis que se nos plantean, hemos llegado a ver toda suerte de elucubraciones, unos las visten en forma de cebolla y sus capas, otros en forma de árbol con enredaderas, otros nos hablan de los Miasmas con una precisión de lenguaje, que las más de las veces nos suena a chino, alternativa dialéctica, que en base a nuestra formación “científica” se nos hace de muy difícil comprensión, y todo ello para intentar dar cobertura a un Método que no lo precisa. Nadie sensato en nuestro medio Homeopático, duda de los beneficios de tal o cual remedio en tratamientos agudos. Dicho con un ejemplo, es indudablemente conocido los beneficios de Ledum palustre tras la picadura de insectos. Unos lo dan en baja potencia y funciona, otros, más alta y también funciona. Otros incluso usan otra escala e igualmente funciona...
La pregunta podría ser ¿funciona igual de bien con las diferentes potencias y escalas? Si la respuesta fuera afirmativa me plantearía que posiblemente con el remedio bien elegido la cuestión quedaba zanjada. Sin embargo somos humanos y oiremos los planteamientos más o menos agresivos en la defensa de tal o cual forma de proceder.
Atendiendo a la respuesta en el tratamiento agudo, también nos podríamos plantear que la respuesta al tratamiento crónico no tiene porque diferir, y es por ello que dicha respuesta debe ser idénticamente buena si acertamos en la elección del remedio. A pesar de esta argumentación tan simple y tan profunda a la vez, nos encontramos con que la mayoría de nosotros se ve influenciado por no sé que escuela, corriente o forma de aplicar el Método. A pesar de todo, somos impacientes, muy impacientes, y nos cuesta comprender que si en el tratamiento agudo la respuesta es muy rápida, ¿porque no va a ser tan rápida en el tratamiento crónico?
Claro está, podríamos decir que la profundidad de afectación de la “Dynamis” no tiene nada que ver en el proceso agudo y en el crónico, fundamentalmente atendiendo al “embricamiento” de las patologías. Esta respuesta podría sernos útil, y es posible que la gran mayoría nos conformáramos con ella, sin embargo, aceptamos una premisa que nos parece lógica sin cuestionarnos absolutamente nada. La utilización del lenguaje, a fuerza de lecturas nos parece coherente y a pesar de todo, los neófitos como yo y otros que no lo son tanto, confunden la terminología de los conceptos, que entiendo, no son tan claros y es por ello que la confusión terminológica debe considerarse como una de las barreras a suprimir, encontrando un código que nos permita entendernos con absoluta claridad. A menudo, se hace referencia a Hehnemann y a sus escritos, y es lícito y necesario, pero no es menos cierto, que a la luz de los conocimientos actuales, deberemos empezar a destapar “ciertas ollas que aún permanecen cerradas”, y ya pasan bastantes años.
La lectura de Fundamentos de Nosología Homeopática, del Dr. Emilio Morales supone para mí un hito en la reflexión que antecede. Plantea con lenguaje coherente y sin descalificativos una forma de entender el método que olvida las abstracciones y profundiza en el conocimiento de las enfermedades y a su través a los enfermos. Con metodología nos explica el concepto de enfermedad remanente y nos abre las puertas no sólo teoréticas del uso de un método terapéutico que con basamento práctico se aplica con la legitimidad del que solamente duda en la elección del remedio (no olvidemos que en gran parte este es el “quiz” de la cuestión). Es verdad que la lectura es a veces complicada, pero no es menos cierto, que detrás de esa complicación está la consecuencia de comprender, que bien manejado, el método terapéutico que usamos supone un gran bien, en primer lugar para nosotros, “pequeños vanidosos” que pretendemos el bien, sin más, de los demás.
Maravillosa idea sería, desde mi punto de vista, consensuar un grupo de trabajo que oriente estos pasos, estoy seguro que el Dr. Hahnemann lo aplaudiría.
Francisco Javier Ramos Alija, Marzo 2007.
martes, 5 de junio de 2007
Un caso de Blatta
Juan Ramón tiene 8 años, acude acompañado de sus padres. La madre es profesora de Instituto, el padre Minero prejubilado. Desde los ocho meses de edad, el niño sufre procesos recurrentes con crisis agudas asmatiformes de duración variable. Casi siempre son nocturnas, y ocurren con el niño acostado, habitualmente alrededor de las tres o las cuatro de la mañana, siempre después de las dos.
Dermatitis atópica de evolución tórpida que alterna con las crisis agudas de asma.
Adecuada progresión psicofísica, incluso siempre en percentiles altos. Cabe destacar que a veces confunde la izquierda y la derecha. Del mismo modo se pone nervioso cuando es el centro de atención (tal como refiere la madre y el padre discrepa).
Sus tratamientos hasta la fecha han sido los convencionales alopáticos: Beta bloqueantes en jarabe e inhalados, Corticoides orales y tópicos en la dermatitis, Montelukast oral durante el último año, así como pimecrólimus y tacrólimus tópicos en diversas ocasiones.
Anoche tuvo una crisis muy severa y el padre decidió que no podía seguir así durante más tiempo y en última instancia decidió acudir al Homeópata.
A la exploración inicial, aparece dificultad respiratoria que se acompaña con tos, según refiere el niño, mejora cuando expectora. Hay sibilantes y roncus diseminados y sin predominio focal. No más signos físicos.
Iniciamos tratamiento con Blatta 30 CH, 2 gránulos que repetimos a la hora, a las tres horas y a las cinco horas de la primera dosis. Telefoneado en este momento, me indica el padre que la crisis ha remitido por completo.
A la semana se reevalúa el caso, la exploración no revela nada anormal. Proponemos tratamiento crónico con Blatta 1000K 1 gránulo.
Se reevalúa al mes: No hubo crisis alguna, tampoco la dermaitis ha debutado. Se indicó en este momento Blatta 100000K.
Este caso forma parte de un trabajo que realizado ya hace un año que titulaba "Asma y Homeopatía"
Dermatitis atópica de evolución tórpida que alterna con las crisis agudas de asma.
Adecuada progresión psicofísica, incluso siempre en percentiles altos. Cabe destacar que a veces confunde la izquierda y la derecha. Del mismo modo se pone nervioso cuando es el centro de atención (tal como refiere la madre y el padre discrepa).
Sus tratamientos hasta la fecha han sido los convencionales alopáticos: Beta bloqueantes en jarabe e inhalados, Corticoides orales y tópicos en la dermatitis, Montelukast oral durante el último año, así como pimecrólimus y tacrólimus tópicos en diversas ocasiones.
Anoche tuvo una crisis muy severa y el padre decidió que no podía seguir así durante más tiempo y en última instancia decidió acudir al Homeópata.
A la exploración inicial, aparece dificultad respiratoria que se acompaña con tos, según refiere el niño, mejora cuando expectora. Hay sibilantes y roncus diseminados y sin predominio focal. No más signos físicos.
Iniciamos tratamiento con Blatta 30 CH, 2 gránulos que repetimos a la hora, a las tres horas y a las cinco horas de la primera dosis. Telefoneado en este momento, me indica el padre que la crisis ha remitido por completo.
A la semana se reevalúa el caso, la exploración no revela nada anormal. Proponemos tratamiento crónico con Blatta 1000K 1 gránulo.
Se reevalúa al mes: No hubo crisis alguna, tampoco la dermaitis ha debutado. Se indicó en este momento Blatta 100000K.
Este caso forma parte de un trabajo que realizado ya hace un año que titulaba "Asma y Homeopatía"
domingo, 3 de junio de 2007
LOS ÁCIDOS EN HOMEOPATÍA
A propósito de lo que hablamos en le máster de Sevilla, os invito desde aquí a participar en un intercambio sobre el estudio de los ácidos en la materia médica y la clínica homeopáticas. La perspectiva de partida que sugiero es la "debilidad" como síntoma común a los ácidos. ¿Cómo se manifiesta la debilidad en cada uno de ellos?, ¿cuáles son los síntomas concomitantes?, ¿cuáles las modalidades? Serán interesantes tanto las aportaciones teóricas como las que procedan de la experiencia clínica.
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