Cuando uno decide tomar caminos en la vida, se plantea si es que puede o sabe, que ese camino recién elegido es el mejor de los posibles. El conocimiento de lo que a uno le espera, a veces es una intuición, otras, una certeza y en ocasiones una aventura.
El planteamiento inicial de lo que uno espera obtener en la vida, queda en el recuerdo cuando ese camino trascendente que se plantea ante ti, es un camino que cambia en absoluto los planteamientos de partida y reinicia una nueva forma de comprensión del universo en el que uno reside. Y esto es lo maravilloso, hay quien ha podido afrontar esta nueva senda con sus “vericuetos” a pesar de la edad, y el camino no se hace cuesta arriba cuando ciertamente es un camino plácido el que ha llegado, el que hemos elegido. En la juventud, muchos de nosotros nos hemos o nos han planteado ¿qué deseamos ser en la vida? E incluso ¿qué deseamos obtener de la vida? La respuesta honesta, generalmente fruto de la inmadurez, es impredecible en la mayor parte de los casos. Con el tiempo, empezamos a tomar posturas de asiento más firme, a veces incluso, cuando los caminos que elegimos no eran, vistos ya desde la distancia, los más adecuados.
El individuo perezoso suele tener el considerando de que una profesión es una forma fácil de ganarse la vida, y alguno encima es capaz, a pesar de todo, de estudiar Medicina, y lo hace ambicionando ser saludado como un gran Especialista, no importa de cual especialidad, solo le preocupa ese elevado rango social que pueda o pudiera adquirir, incluso piensa en primer término, en los posibles ingresos económicos, base de esa posición para una vida fácil. Y aquí está el conflicto del camino, esa posición social en la comunidad como medio para obtener fama y fortuna no es algo la Homeopatía pudiera ofrecerle, éste es otro camino.
Todos los días recibimos informaciones novedosas de los boletines de los laboratorios en la prensa al uso, siempre con la publicidad falaz de las empresas farmacéuticas, que en ocasiones se acompañan de la agresividad vendedora de algunos comerciales y ello para captar al Médico en su rutina dispensadora, no en la base del conocimiento científico, ¡que muchas veces es dispensado por estos vendedores!, si no en la peor de las prácticas, en fin, el pobre Médico que así se considera, entra a formar parte de esa suerte de engranaje materialista que no de conocimiento, racionalidad, humanismo y ciencia.
La orientación pues, del futuro profesional de ese “nóbel” Médico, que suele partir del planteamiento humanista y vital, es decir, aquel que considera a los hombres y a las mujeres que sufren, como individuos a los que nos abriga el ardiente deseo de servirlos para ayudarles a mejorar su salud y por consiguiente a obtener una mayor felicidad en su utilidad en su medio, como digo, a veces aparece ese camino sin calificativos que desvirtúa ese cimiento maravilloso sobre el cual se puede construir un plan de vida y en el que la Homeopatía le brindaría una gran recompensa.
Sin embargo el carácter del individuo y sus capacidades no siempre son afines a lo que la Homeopatía tiene para ofrecerle.
Ese deseo altruista, primigenio de servir, por si mismo no es válido, hay que determinar si es estable, además de comprender, que ese carácter, todavía por formar, puede ser voluble, fácilmente influenciable, si busca o no el camino más fácil, en fin, elementos indispensables para alentar al individuo a estudiar o no Homeopatía.
Como sabemos, la Homeopatía se basa en principios que se fundan en las leyes de la Naturaleza y por tanto es tan básica y eterna como ésta. Algo simple de decir, pero no sé, porqué es de tan difícil comprensión para algunos, quizá porque si alguien decide seguir el camino de la Homeopatía , debe ser capaz de seguir esas leyes de la Naturaleza y atenerse con juicio a las mismas, haciendo caso omiso de la presión de otras influencias. Y esto es lo difícil en la sociedad en que crecemos, para muchos es complicado abstraerse de las leyes naturales, creando otras leyes artificiosas que conducen vaya usted a saber dónde.
Otra cualidad importante que no debemos olvidar, junto a la estabilidad de carácter es la paciencia. Dicho así, sucintamente, puede causar cierta hilaridad, pero no lo duden, es una cualidad básica. En la Medicina “ordinaria” esta cualidad no solo no es necesaria, a veces, es incluso un problema, la rapidez preside cualquier acto Médico en esta forma de entender la medicina: sirva la fiebre de ejemplo. Y cuando no, el médico se consuela a si mismo y de este modo trata de consolar al familiar diciendo: ”se ha hecho todo lo posible para el paciente”.
En homeopatía, uno de nuestros máximos axiomas es: “CUANDO SE ESTA EN DUDA, NO ACTUAR” .
Para el Médico homeópata es fundamental planificar la conducta a seguir con su paciente, y una vez determinada, se deben encontrar muy buenas razones para cambiar ese proceder; por tanto hay que ser capaz de esperar...¡Bendita paciencia! La Homeopatía precisa del estudio de los individuos y a estos se debe, entiéndase por tanto que cada individuo es único y que por tanto es necesario su estudio por separado de cualquier otro, y esto es para gran parte de la Medicina “ordinaria” algo en lo que no es posible reparar. Para el homeópata es un reto discriminar lo verdadero de lo falso en cualquier síntoma que el paciente le halla proporcionado, atendiendo a una jerarquía valorativa que desde fuera es de difícil comprensión. Indagar en el rostro humano para poder interpretar algunos signos o señales que constatan hábitos y circunstancias es algo necesario, pero además es preciso indagar en la perturbación mórbida que aqueja a nuestro paciente y todo ello sin alejarnos de la premisa primigenia que se refunde en las llamadas leyes de la Naturaleza.
A este individuo masculino o femenino provisto de estas cualidades tan necesarias y dispuesto para emprender el aprendizaje para esta tarea de toda la vida, la Homeopatía puede ofrecerle el summum.
Al hombre libre e independiente, a ese ser de difícil hallazgo, la Homeopatía le da vuelos en la investigación y el recorrido de cada uno de sus casos ofreciéndole la oportunidad de viajar en la indagación y verificación de las leyes Naturales en las que se basa este sistema de medicina. Las mentes apasionadas, recorren caminos felices, porque estos son anchos y permiten abordar cada caso al margen de los otros, casi siempre con lo novedoso por delante, aprendiendo de estas leyes naturales que tenemos enfrente.
Decir que la Homeopatía propone una vida al servicio de la humanidad, puede resultar petulante, alguien diría que “religioso”, pero no es así, no es petulante, es una certeza, constituye un método terapéutico que coloca con seguridad al hombre y a la mujer enfermos en una ruta permanente hacia la recuperación. Las herramientas del oficio de Homeópata son complejas y de uso en ocasiones muy dificultoso, en base a la incomprensión y a veces ceguera, ante las leyes de la Naturaleza . Pues bien, su uso adecuado puede ayudar a mitigar la enfermedad y a encauzar con coherencia y de modo suave y duradero en el camino de la salud al individuo enfermo.
En la homeopatía se considera al hombre como un todo y no como la suma de partes aisladas, y por ello en un mundo tan “superespecializado”, no nos damos cuenta que la verdadera “superespecialidad” debería comprender el todo, eje coherente de la estructura vital. Un hígado “per se” es un solo órgano, lo mismo un bazo o un riñón o un corazón o un cerebro, pero sin la concurrencia del todo en uno, no es posible su funcionamiento, aquel para el que fueron concebidos como órganos integrados en un sistema y más allá en un individuo.
Es importante comprender además que la Medicina homeopática va más allá que la propia Medicina “ordinaria”, pues trata de aliviar en la mayor medida posible al individuo de la pesada carga de las tendencias hereditarias que lleva consigo y de protegerlo contra el aumento de esta carga, posibilitando que su propia energía vital le proporcione su propia inmunidad contra la enfermedad.
Otra distinción debe ser clara y concisa, hace bien poco tiempo, en una conferencia al uso alopático en la que se hablaba de vacunas, pude escuchar con cierta alarma por mi parte una confusión del conferenciante, que a su vez transmitió a la audiencia: ponía el “símil” homeopático y la equiparaba a la forma de preparación de las vacunas. Es muy importante aclarar este concepto y que no rebase los límites de lo necesario, aunque deben saber que quien afirmaba esto era un “docto entre los doctos...” Yo lo diría así: Una cosa es dar lo “idéntico” y otra cosa muy diferente es dar lo “similar” y así de simple se establece la diferencia entre la isopatía y la homeopatía que no tienen nada que ver. Pero es que además, las vacunas han sido por lo general potenciadas en una producción masiva y filtradas, pero no a través de una sustancia inerte, sino a través de seres vivos y además seres vivos de un “nivel” inferior. Esto nos llevaría a la discusión de la ley biológica, en el sentido de que el cruzamiento de la sangre de un ser vivo de un nivel superior con otro, de un nivel inferior puede ocasionar problemas en el ser vivo de “nivel” superior cuando esta sangre vuelve a él. En fin, esta es una discusión que no corresponde a este momento, pero no olvidemos que esta isopatía previamente ha potentizado el remedio y que por tanto lo que puede producir en el ser humano no solo es fruto del virus o bacteria a inocular, sino también del lugar de cultivo que sirvió como filtro y crecimiento.
Actualmente uno de los problemas más prominentes es el cáncer. A todos nos fascina la búsqueda de la causa en aras de su curación, y este es también un desafío para el Médico Homeópata, pues dispone de remedios que la práctica “ordinaria” no conoce. Triste pensar en la cantidad de posibles mejorías, tratamientos paliativos e incluso curaciones que se pierden todos los días, simplemente por desconocimiento o por negación de la evidencia de tantos y tantos casos. No nos queda más que hacer nuestro trabajo diario asumiéndolo con humildad, como decía el político: “sin acritud” y desde luego practicando la tolerancia, y esa gran oportunidad que solo la Homeopatía ofrece.
La decisión final corresponde al individuo y depende de lo que esté decidido a obtener de su vida.
Como profesión la Homeopatía implica un desafío. Las posibilidades de su arte son infinitas.
Artículo apoyado y basado en una lectura de Herbert A. Roberts
Ponferrada 8 de Enero de 2008.
1 comentario:
Iba leyendo tu escrito y enseguida me ha evocado las inconfundibles resonancias de Roberts, lo que, efectivamente, se comprueba al final del escrito, donde declaras tu apoyo en él. Yo esperaba que en cualquier momento apareciese la frase quizá más célebre de este autor, algo así como : "Joven, no pregunté qué puede hacer la homeopatía por Ud.; más bien, pregúntese qué puede hacer Ud por la homeopatía". Época de idealismos exacerbados y utopías al alcance de la mano, de inviolables "leyes de la Naturaleza" y de lealtades incondicionales, de purismos impolutos y convicciones eternas, casi diría de himnos y banderas. Simplemente otros tiempos.
Todo esto evoca tu escrito, como no podía ser menos inspirándote en Roberts.
Cuando uno empieza a afinar sus herramientas ideológicas y dialécticas en homeopatía, este autor es uno de los mejores y la imitación ¡es tan necesaria como primer paso hacia la identidad propia...! Seguro que ya la vas adquiriendo dejándote influir, pero (espero) no enganchar, por este y otros clásicos que resuenan con voz propia y poderosa en los textos.
No dejes de escribir, de aprender y comunicar siendo tú mismo.
Marino
Publicar un comentario