En relación al artículo publicado en El País que eles comentaba al final del post de ayer, sobre que la vacuna contra el virus del papiloma humano (VPH) se va a aplicar también a los varones cabría explicar que se ha publicado hace poco, en diciembre pasado, un artículo en la prestigiosa revista Annals of Medicine cuyo contenido resumo:
Hasta la fecha, la eficacia de las vacunas contra el VPH en la prevención del cáncer de cuello uterino no se ha demostrado, al mismo tiempo que los riesgos de la vacuna aún no han sido evaluados por completo.
■ Las actuales prácticas de vacunación contra el VPH en todo el mundo, con cualquiera de las dos vacunas contra el VPH, parecen no estar justificadas en cuento a los beneficios para la salud a largo plazo, ni es económicamente viable, ni hay ninguna evidencia de que la vacunación contra el VPH (incluso si se demostrase eficaz contra el cáncer cervical) reduzca las tasas de cáncer de cuello uterino, más allá de lo que la prueba de Papanicolaou ya ha logrado.
■ En conjunto, las reacciones adversas graves relacionados con la vacunación contra el VPH en todo el mundo incluyen muertes, convulsiones, parestesias, parálisis, síndrome de Guillain-Barré (GBS), mielitis transversa, parálisis facial, Síndrome de Fatiga Crónica, anafilaxia, desórdenes autoinmunes, trombosis venosa profunda, embolia pulmonar, y cáncer de cuello uterino.
■ Los médicos debieran adoptar un enfoque más riguroso en la medicina basada en la evidencia, con el fin de proporcionar una evaluación equilibrada y objetiva de los riesgos y beneficios de vacunar a sus pacientes.
■ La dependencia casi exclusiva de los estudios patrocinados por los fabricantes, a menudo de dudosa calidad, como base para la aplicación de las políticas de vacunación debe ser modificado.
■ Se deben hacer mayores esfuerzos para reducir al mínimo las influencias de las corporaciones en las instituciones académicas y en la investigación médica, ya que esta influencia puede impedir una investigación científica imparcial en cuestiones tan importantes relacionadas con la ciencia y las políticas de vacunación.
■ La vigilancia pasiva de las reacciones adversas debe ser sustituida por una vigilancia activa, para así comprender mejor los verdaderos riesgos asociados a las vacunas, y en particular las nuevas vacunas.
Ayer Alicia Capilla, vicepresidenta de la Asociación de Afectadas por la Vacuna del Papiloma (AAVP), comentaba el “carpetazo” que dieron las autoridades sanitarias a los daños provocados por la vacuna. Hoy argumenta:
“Creo sinceramente que la incorporación de la vacuna a los niños no es más que una maniobra para ampliar el mercado de la vacuna del papiloma , ya que ésta ha sido un fracaso como indican las tasas de vacunación. Con la inclusión de esta vacuna también se ha violado el derecho del consentimiento informado, ya que a los padres no se nos informó de los efectos adversos que nuestras hijas podían sufrir y además se omitió en la ficha técnica que la vacuna Gardasil contiene fragmentos de ADN del virus del papiloma adheridos al adyuvante.
Contrariamente a las afirmaciones de que el cáncer cervical es el segundo cáncer más común en las mujeres de todo el mundo, los datos muestran que esto sólo es así en los países en desarrollo. En el mundo Occidental, el cáncer de cuello uterino es una enfermedad rara, con tasas de mortalidad que son más bajas que la tasa de reacciones graves por administrar la vacuna contra el VPH”.
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