jueves, 24 de marzo de 2011

El caso de Irene

En Enero de 2009 acude a mi consulta, su problema reside en que tiene una úlcera de duodeno. Ha sido tratada con el tratamiento alopático que incluye antibioterapia e inhibidores de la bomba de protones, pero no tolera estos últimos, por lo que si bien tuvo mejoría al principio que duró unos dos o tres meses tras la toma del tratamiento antibiótico de choque, después ha vuelto a las andadas ya que como antes he dicho, no tolera el Omeprazol.

El Helicobacter pylori dio positivo en el test del aliento y se mantiene positivo después de dos tratamientos alopáticos de choque.

Irene además tiene apetencia por los alimentos picantes desde que era bien pequeña, me comenta que ya en ésta época le gustaba tomar guindillas verdes directamente del bote. El cambio en la dieta que le indicó el gastrólogo, tampoco lo ha entendido como curativo, pues según ella no le ha supuesto el beneficio esperado.

Su vida es muy estresante, con un trabajo que le exige muchas horas, lo que luego la incomoda en las labores propias de la casa. Me dice que parte de su problema es el estrés social. No es feliz en su matrimonio, pero tampoco quiere hablar de esto con su marido. Su madre y sus hermanas, e incluso una tía le ayudan con los dos niños, pero se siente muy poco apoyada por las críticas que recibe de su marido. El conflicto entre trabajo y casa es más que evidente. Unos amigos la instan al divorcio, otras a seguir juntos. Ella decidió visitar al homeópata.

Le explico a Irene que si algo cambiara en las relaciones familiares, es posible que de ese modo se pudiera influir en la úlcera de forma positiva; igualmente yo me interrogué así: ¿Si algo cambiara en sus síntomas gástricos, esto podría influir en su modo de vida relacional?... ¡Ya veríamos!

Me planteé en estos momentos, esta reflexión: “¿Hasta que punto los cambios anatómicos, fisiológicos o funcionales de una parte del individuo pueden cambiar, modificar o alterar al individuo “ad integrum”?”

Irene tomó su remedio, creo que bien elegido. En consultas posteriores vimos que si bien las molestias habían mejorado mucho, aún persistían.

En Marzo de 2010 llegó Irene a la consulta y me dijo:” Me divorcié antes de las navidades, desde Enero ya no me molesta el abdomen”.

La exploración era normal, hicimos una serología del Helicobacter que resultó negativa y le pauté remedio homeopático subiendo paulatinamente, tal y como nosotros hacemos. La encontré la semana pasada al salir de la consulta y me invitó a un café. No pude negarme, me contó que le cambió la vida de forma radical. Por supuesto no volvió a tener problemas de estómago, encontró en la familia, a saber: sus hijos, hermanas, madre y tía lo que no había tenido en su esposo…

Este caso lo planteo como una reflexión en voz alta.

Ayer llamé a Irene para pedirle permiso para publicar estas líneas, le propuse que cambiáramos su nombre, ella me dijo que de ninguna manera.

Mi agradecimiento a ella.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Bonita historia clínica de las de final feliz¡¡¡


Pero háblenos del remedio y de su dosis¡¡¡

Saludos¡¡¡

Unknown dijo...

Hola. Podría decir el tengo? Gracias

Unknown dijo...

Quería decir el tratamiento

Lucy García dijo...

O sea que en conclusión, si el estrés te lo provoca un marido difícil...te divorcias y ya te curas de la gastritis....mmh pues qué fácil