http://atensionprimaria.wordpress.com/2012/10/12/poner-farmacos-no-es-dificil-lo-que-tiene-merito-es-quitarlos/
La frase que da título a la entrada se la oí a un residente mayor que se
llama Arturo, hace muchos años, cuando yo estaba en Puerta de Hierro. Ahora le
hemos dado nombre. Los que más han calado, tal vez sean desprescripción (deprescribing) y farmacotectomía (drugectomy). Arturo era un fantástico
residente, uno de los mejores médicos que he conocido. Entonces me pareció una
reflexión muy brillante, ahora una actitud imprescindible.
El ejercicio de la medicina se ha vuelto muy raro. La salud o los
padecimientos parecen deberse a la ausencia de fármacos: si te duele
una rodilla es porque no tomas analgésicos, aunque estés gordo y la última vez
que caminaste deprisa fue en las rebajas. La medicina se hace a toda
velocidad (algunos lo confunden con eficiencia): una consulta de
gonartrosis y paracetamol dura un par de minutos, una de repaso de alimentación
y ejercicio, mucho más tiempo y esfuerzo. Los paciente no van a
curarse van a que se les cure: la consulta de
gonartrosis, si termina con sulfato de glucosamina (el paracetamol, todo el
mundo sabe lo que es, ha perdido las características mágicas de los
medicamentos) terminará con paciente satisfecho. Descubrirá que no le sirve en
poco tiempo, pero si le pides que adelgace y camine… Una lógica legal que no
penaliza tratar todos los dolores de garganta con antibiótico, pero si castiga
las complicaciones por falta de él. El sobretratamiento y la agresividad
terapéutica pasan mucho más desapercibidos que la falta de fármacos. Y
sobre todo esto, la presión de la industria, infiltrada en la
sociedades científicas, en los medios de comunicación, en revistas científicas,
en los paneles de expertos, en los congresos… Divertidamente he llegado a
recibir -pocas, eso sí- llamadas de algún compañero especializado para
preguntarme por qué no receto tal fármaco a un paciente… La inversión de
la lógica, el que no prescribe no se justifica, el que lo debe hacer es el que
lo recomienda.
Todo esto acaba con uno de los países del mundo que más medicamentos consume,
sin que las enfermedades o los riesgos de enfermar lo expliquen.
El ejercicio de la desprescripción es para valientes: es a contracorriente,
requiere estudio y conocimiento y es poco agradecido. Sin embargo, me parece una
obligación para un buen médico de familia que quiere defender a sus pacientes de
los rigores de la medicina actual.
José Luis Quintana, médico de familia.
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