Autores: Dr. Jorge Ferré Veciana - Dra. María del Mar Ferré Rodríguez
Empezamos a trabajar en el campo de la hiperactividad hace más de veinticinco años, cuando todavía se utilizaba el término Disfunción Cerebral Mínima y antes de introducirnos en el campo de la homeopatía.
Sabemos que algunos homeópatas se preguntan por qué muchos niños que presentan un cuadro de hiperactividad no responden a los remedios que prescriben. Nuestra experiencia nos lleva a argumentar que esto se debe a un error de planteamiento.
En el manual DSM-IV se define la Hiperactividad como si fuera una enfermedad concreta y la proliferación de los test de diagnóstico que, generalmente, se basan en los cuestionarios de Conners, ha ido convirtiendo la hiperactividad en una esencia. Generalmente, se dice este niño “es hiperactivo”.
Este es el error de partida porque la hiperactividad no es una esencia ni una enfermedad, es un síndrome multicausal y multifactorial, que requiere un abordaje global muy completo y todos sabemos que, cuando el diagnóstico es equivocado, la terapia no puede ser eficaz.
Los tres casos clínicos que presentamos en el congreso son suficientemente significativos:
- El caso de un niño seis años con una subintolerancia a la lactosa, que no ha sido previamente diagnosticada, parasitosis recidivantes, atopia cutánea y problemas de permeabilidad intestinal con déficit de absorción de triptófano. Cada día está más inquieto, más incómodo dentro de su piel y en el aula; presenta problemas de aprendizaje y de relación con sus compañeros. La inquietud empezó a ser mucho más evidente a los cuatro años, a partir de un cambio de domicilio y de escuela.
- El caso de un niño de nueve años, que fracasa en el colegio. Nació con la cabeza muy deformada, como consecuencia de la compresión de un fórceps, que le ha impedido desarrollar plenamente las funciones del hemisferio izquierdo (está comprimido); padece una otitis serosa crónica del oído derecho que provoca una hipoacusia y una ambliopía del ojo derecho debida a un microestrabismo vertical que, hasta el momento, han pasado desapercibidos.
- Y el caso de un niño de cinco años al que su madre abandonó en un parque a los dos días de vida. Lo adoptaron a los dos años y vivió los dos primeros años de vida sin salir de un espacio reducido y malnutrido. Cuando lo adoptaron a los dos años pesaba 8 kg. Ha estado varias veces en peligro de muerte y se ha sentido abandonado y agredido.
Estos tres pacientes nos ofrecerán unos resultados muy parecidos en los cuestionarios que habitualmente se utilizan para el diagnóstico de la hiperactividad (tareas inacabadas, impulsividad, imposibilidad de estar quietos, aceleración, etc.), pero es evidente que la causa de la inquietud, la tensión, la ansiedad o la defensividad que subyace detrás de algunos síntomas comunes es absolutamente distinta y, por tanto, cada caso requiere un abordaje terapéutico diferente.
El primero de los niños respondió muy bien al tratamiento con Pulsatilla en monodosis mensual a altas diluciones (los padres comentan que siempre está aquejado de algún problema y busca constantemente el consuelo de los demás, no puede estar quieto, el humor mejora con el movimiento y siempre busca el frescor. Aunque sea pleno invierno hay que salir a pasear con él. Explican que nunca ha dejado de segregar muchos mocos y habitualmente tiene tos - seca por la noche y productiva de día – y no recuerdan haberle visto nunca respirar bien.) y Kalium Bromatum diario (agitación de manos y dedos, poca memoria y lenguaje reducido, con muchas pesadillas y terrores. Le cuesta dormirse, no para de moverse en la cama) pero, además, prescribimos complementos biológicos y unos cuidados higiénico-dietéticos específicos sin los que la respuesta al tratamiento hubiera sido más pobre.
Al segundo paciente lo tratamos con Natrum Muriatricum como remedio de fondo (es delgado, pálido, friolero y extremadamente fatigable. Generalmente se muestra triste y negativo pero no pasivo, sino inquieto y agitado), e Hyoscyamus a diluciones medias en algunos períodos (Terrores nocturnos con agitación y respuestas impulsivas. Sueño agitado con estremecimientos, se destapa constantemente, intenta quitarse el pijama) y, después de seis meses de tratamiento, la sintomatología hiperactiva cedió. Ahora bien, también se le aplicó un tratamiento de desbloqueo osteopático (cráneo-sacral) y un programa de entrenamiento visual que le permitió mejorar el rendimiento instrumental y escolar.
Y el niño del tercer caso respondió muy bien a la prescripción de Ignatia a altas diluciones (muy hipersensible y brusco; sus padres lo definen como paradójico e imprevisible, con una historia politraumática - fondo causal. Comenta que pasa de la sonrisa fácil al llanto espectacular y es un detector de olores, lo huele todo, como si fuera un perrito), complementado en algunos períodos con Nux Vómica (Impaciente, intolerante, no soporta contradicción, muy irascible, violento e hipersensible también a luz y sonido.), pero también pautamos un programa completo de tratamiento y estimulación neurofuncional para ayudarle a desarrollar las conexiones laberínticas, la función del Cuerpo Calloso y una dominancia lateral diestra, porque se estaba desarrollando como zurdo patológico, como consecuencia de los bloqueos. Durante los dos primeros años, había vivido con un programa de supervivencia absolutamente prioritario. Cuando un niño se dedica a sobrevivir no invierte energía en el proceso de desarrollo, por muy normal que sea su potencial neuronal.
Los últimos veinte años hemos conseguido mejorar sensiblemente los resultados de los tratamientos porque ampliamos nuestra formación médica y nuestra experiencia en el campo de la medicina del desarrollo y la neurología funcional formándonos como homeópatas. Eso nos permitió incorporar un elemento clave porque, como todos los homeópatas sabemos, la homeopatía es un sistema terapéutico que puede adaptarse perfectamente a las necesidades del niño que presenta una sintomatología de hiperactividad.
El tratamiento del síndrome de hiperactividad requiere:
- Un abordaje causal. La mejor terapia es la que parte del mejor diagnóstico y, generalmente, la hiperactividad no se diagnostica, simplemente se constata. Se confirma que un niño es hiperactivo y se administra metilfenidato, sin más. La homeopatía, en cambio, puede acercarse a un tratamiento más causal (traumas emocionales, miedo, problemas digestivos, alteraciones del sueño, temperamento y carácter, celos, etc.) pero es necesario profundizar en el diagnóstico.
- Las manifestaciones del síndrome de Hiperactividad son muy personales, depende de muchos factores individuales, y la homeopatía considera la tipología sensible del paciente.
- Detrás de unos pocos síntomas de hiperactividad más o menos comunes, detectamos muchas modalidades distintas de síntomas y signos que la homeopatía tiene en cuenta.
En el caso del niño hiperactivo, la mejor solución no es la más fácil, sino la más completa y profunda.
Pensamos que la homeopatía debe seguir abriendo vías afines a su planteamiento y utilizar los conocimientos de la medicina actual y los de la medicina del futuro para vincularse a los planteamientos que caracterizan la medicina funcional, la biofísica, la bioresonancia, la medicina energética… y, como homeópatas, abrirnos al trabajo en equipo, interactuando con otras disciplinas y otros especialistas.
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