Hace unos años, ingresó un
niño en la sala Barton del
Hospital, que padecía
difteria, verificada con un
frotis de garganta. El niño
fue trasladado al hospital de
infecciosos al día siguiente
después de haberle dado
Mercurius cyanatus 200c.
El
hospital de infecciosos envió
al niño a casa ya que el frotis
faríngeo había salido
negativo. Fuimos
informados de que
habíamos cometido un error diagnóstico. Comentándolo con el Dr. Borland, me dijo
que no era un hecho inusual. En una ocasión el superintendente del hospital de
infecciosos atendió la invitación del Dr. Borland para viera la evidencia en el mismo
laboratorio. Pero todo lo que dijo fue que "debía de haber algún error en alguna
parte".
Es difícil de creer la ignorancia que existe acerca de la homeopatía en la
profesión médica, y aún más en aquellos que son responsables de la educación de los
estudiantes de medicina. En un discurso dirigido a la British Medical Association, el
Dr. Charles Wheeler dijo : "Decir que la amplia mayoría de la opinión médica ha
rechazado desde hace más de cien años a la homeopatía, es verdad. Pero dar a
entender que la ha rechazado después de probarla e investigarla, es una gran falacia.
Sucesivamente, cada década ha puesto en manos de la siguiente sus prejuicios e
ignorancia, y las pruebas más simples que hubieran resuelto la cuestión de una vez
para siempre, nunca se hicieron, excepto unos pocos que, consecuentemente
mantuvieron la herejía"
Las dosis mínimas o infinitesimales de las sustancias que comúnmente son
prescritas en la práctica homeopática, constituyen un obstáculo mental formidable
para los médicos, y por lo tanto ya no le dan más vueltas a la homeopatía.
A los estudiantes se les enseña exclusivamente a usar las sustancias
medicamentosas por sus efectos físicos y químicos directos, y con ese objetivo se
necesitan obviamente dosis adecuadas. Como los hechos sobre la homeopatía no son
dados a conocer, la amplia mayoría de médicos, por lo menos en el Reino Unido, se
imaginan que la homeopatía consiste en algo así como dar una millonésima parte de
una aspirina en vez de una aspirina entera para aliviar el dolor de cabeza, o bien una
dosis infinitesimal de penicilina para curar una neumonía, lo cual, por supuesto, sería
absurdo.
La palabra homeopatía significa "como la enfermedad", y esto implica que
el tratamiento homeopático consiste, hablando en general, en administrar una
medicina capaz de provocar síntomas en una persona sana, similares a aquellos que
representan la reacción del paciente en la enfermedad.
Es difícil para cualquiera entrenado en un uso más ortodoxo de los
medicamentos, ver eso como una realidad. Sin embargo, la homeopatía ha
sobrevivido durante la mayor parte de 2 centurias -a pesar de tener mucha
oposición- simplemente porque ha dado resultados satisfactorios.
Tomemos el sarampión como ejemplo. Un niño puede estar irritable, con
mucha sed, no le gusta que le molesten ni tampoco que lo muevan; otro busca las
caricias, esta llorón y no tiene sed con la subida de la fiebre. Otros niños pueden
responder de otras maneras. Es sabido que Bryonia es capaz de evocar en la persona
sana un tipo de reacción como la del primer crio, y Pulsatilla como la del segundo. El
tratamiento homeopático del primer niño será Bryonia, y el del segundo Pulsatilla.
No es la cantidad de dosis lo que hace a un medicamento homeopático, sino el grado
de similitud por el cual es elegido.
Hahnemann y sus discípulos practicaron la
homeopatía con dosis materiales durante diez años, antes de usar la potenciación,
que erróneamente se ha considerado como dosis débil o inadecuada del
medicamento.
Hablo de esto sólo brevemente, pero debe quedar claro que es sólo en
relación a los medicamentos escogidos de esta forma en que entra la cuestión de las
dosis potentizadas.
Todos los médicos y enfermeras/ros experimentados saben que
personas distintas reaccionan de maneras diferentes ante cualquier enfermedad
infecciosa aguda. Las reacciones del tipo Bryonia o Pulsatilla son bastante comunes,
ya se trate del sarampión, una neumonía o de fiebre tifoidea. Estos complejos
sintomáticos no son causados directamente por el proceso patológico, y es razonable
verlos como el esfuerzo del paciente para ponerse bien.
Es bien conocido que, cuando la resistencia es baja ,tanto en los muy jóvenes
como en los muy viejos, —en los menores de dos años y en los mayores de ochenta los
efectos de un tratamiento antibiótico no son tan buenos como en los grupos de
edad intermedia. Creemos que es este factor el que puede ser influido por el
tratamiento homeopático.
Hace algunos años, el Dr. Priestmann y yo tuvimos la oportunidad de tratar
algunos cientos de casos de neumonía en la sala infantil. Teníamos entre 40 y 50
ingresos cada año por neumonía. A unos pocos se les había administrado penicilina
antes de su ingreso, y en algunos otros casos usamos penicilina, pero el 90% fue
tratado solamente con homeopatía. En los casos terminales se dio penicilina
juntamente con el tratamiento homeopático, la primera para amortiguar la infección
y el segundo en un intento de aumentar la resistencia del paciente. Por supuesto, se
administró oxígeno en los casos que así lo requirieron. Se nos sugirió que hubiera
valido la pena tratar a la mitad de los casos con homeopatía y a la otra mitad con
penicilina. Obviamente, un experimento de esa naturaleza hubiese sido de poca
utilidad a no ser que muchos más casos se estudiaran de la misma forma, y además
los casos se hubieran tenido que seleccionar en base a la edad, la seriedad del
cuadro clínico, etc....
De cualquier modo, estamos seguros de que un niño puede
perderse por falta de penicilina y otro puede morir por falta de homeopatía. Incluso
si hubiésemos podido probar de esta forma el valor de la homeopatía, hubiese sido
un precio demasiado alto.
En la primera mitad del siglo XX, el Dr. Robertson Day estudió las estadísticas
de las neumonías tratadas en el London Homeopathic Hospital y en otros hospitales
de Londres. Afirmaba que la tasa de mortalidad era un 50% más baja en el hospital
homeopático, pero, y éste es un punto interesante, proclamaba que la tasa de
mortalidad en los niños era aún más baja. La ventaja del tratamiento antibiótico es
que no se requiere de un entrenamiento especial para administrarlo, y su desventaja
es que su valor depende de la naturaleza del microorganismo infeccioso.
La
homeopatía puede ser aplicada inmediatamente, y por norma general no suelen
existir los problemas de ese tipo. Tampoco hay efectos secundarios. En otras
palabras, nuestra actitud era que cuando fuese posible curar sin el peligro de los
efectos secundarios, ese sería el tratamiento de elección. En los casos muy graves, o
en los casos que no respondían al tratamiento, o bien en los casos donde no era fácil
hallar el medicamento homeopático adecuado, se usaban ambos tratamientos.
De vez en cuando, algún miembro destacado de la profesión médica parece
sentirse obligado a hacer algunas declaraciones despectivas en relación a la
homeopatía. A pesar de que estos autoproclamados jueces no conocen muy a fondo
la homeopatía, y por supuesto nunca la han probado debidamente, su influencia es
tal que muchos miembros honestos de la profesión quedan todavía más disuadidos
de interesarse por el tema.
Hace pocos años un profesor de medicina cuyo nombre no recuerdo, sugirió
que aquellos que practicasen la homeopatía la dieran sólo a los pacientes que no
tuvieran realmente nada serio, pero que cuando un paciente estuviera
verdaderamente enfermo, le dieran el tratamiento "adecuado".
Nunca hemos
proclamado que la homeopatía sea capaz de curarlo todo. Hahnemann mismo
enseñó que sería absurdo no usar otros tratamientos que no fueran la homeopatía
cuando las condiciones lo justifiquen, incluyendo a la cirugía, de la cual era partidario
incluso en la fase de desarrollo elemental en que se hallaba en su tiempo.
Frecuentemente los médicos argumentan sobre la homeopatía con tantas
falsas suposiciones que uno se ve obligado a explicarles sobre lo que realmente
están discutiendo, e incluso entonces, el malentendido esta tan arraigado, que se
acaba oyendo algo acerca de la sugestión y la fe, la cura natural y la personalidad del
médico.
Hacia finales del siglo XVIII, se prescribían recetas con más de una docena de
ingredientes con la esperanza, de que por lo menos uno de ellos, diera en el clavo.
Eso daba pie a un comercio floreciente entre los farmacéuticos, y no cabe ninguna
duda que Hahnemann, al proclamar el uso de sustancias simples, fue fuertemente
atacado por el gremio de farmacéuticos.
Los locos eran golpeados para que sacaran
los espíritus malignos y muchos pacientes eran purgados o sangrados hasta morir.
El primer experimento de Hahnemann fue con la corteza de Cinchona
officinalis -quinina cruda- que era uno de los pocos específicos obtenibles. La malaria
era frecuente en Alemania en aquel tiempo. Después de tomar dosis terapéuticas de
corteza de quinina, Hahnemann desarrolló síntomas parecidos a la malaria. Continuó
experimentando en su familia y amistades con la corteza de China y varias otras
drogas, para hallar sus efectos sobre la salud. Entonces, cuando un paciente
presentaba un determinado complejo de síntomas, los comparaba con los efectos
conocidos de las sustancias probadas. Después probaba el efecto terapéutico de la
droga anotando minuciosamente los resultados.
Se ha dicho que pudo ocurrir muy bien que Hahnemann contrajera en realidad
la malaria después de tomar la quinina, y que todo su sistema terapéutico estuviera
basado en un experimento engañoso. Pero Hahnemann era un investigador
experimentado y sería la última persona en ser engañada de esta forma. Y recordar
que fue sólo después de 8 años de verificaciones que publicó su ensayo sobre una
nueva forma de descubrir las propiedades curativas de los medicamentos.
La única referencia que tuve de la homeopatía antes de graduarme fue a
través del Dr. Clarke, profesor de materia médica y terapéutica en la Universidad de
Edimburgo. Daba crédito a Hahnemann por haber sido el primero en poner la
farmacología sobre una base experimental, pero añadía que cuando se trataba de la
cuestión de las dosis la cosa se volvía ridícula. El profesor Clarke decía que en una
potencia 200c de Natrum sulphur había una sola molécula del medicamento en un
volumen de diluyente equivalente al tamaño del universo conocido, y que las
posibilidades de que su paciente obtuviera esa molécula en su botella eran, por
tanto, reducidísimas ¡.
Esto debió ser el fin de la homeopatía para cientos de estudiantes que pasaron
por sus capaces manos, por otra parte, probablemente hubiese sido también el fin
para mi de no haber sido por el hecho de tener por compañero, en las prácticas de
fisiología, a un estudiante de ciencias que me hablaba de supuestas curaciones de
amigos suyos con tratamientos homeopáticos, cuando los tratamientos
convencionales habían fracasado. Era un hábil jugador de rugby y halló que Árnica
Montana le quitaba la mayoría de los dolores y las magulladuras después del primer
partido de la temporada.
Es interesante remarcar que las Fuerzas Armadas rusas y
alemanas usaban, durante la segunda guerra mundial. Árnica para ayudar en el
manejo del shock posterior a la batalla.
Leí algunos casos sobre homeopatía, y la idea de dar un medicamento con el
objetivo de estimular la capacidad autocurativa del paciente me atrajo tan
poderosamente, que decidí probar por mi mismo si funcionaba o no.
El Dr.
Henderson Patrick, Senior Physician del Hospital Homeopático de Glasgow, al cual
me dirigí para que me guiara, me dijo : "Espere a que se haya graduado y entonces
podremos enseñarle".
Sin embargo no pude esperar, y experimentaba con mi familia y amigos en
cuanto salía la ocasión, a pesar de que mis primeros esfuerzos no fueron muy
exitosos.
Hubo sólo un caso de éxito impactante. Un hombre mayor de unos 70 años
estaba enfermo con una gripe bastante severa. Era justo después de licenciarme.
Tenía la sensación de tener el cuerpo esparcido por la cama. Su hermana me dijo que
era poco probable de que se pudiera hacer algo, pues tal como dijo ella," el
despedazarse" ,era el síntoma que habían tenido antes de morir otros dos miembros
de la misma familia. Baptisia tiene esta clase de delirio, y después de unas cuantas
dosis de Baptisia a la 200, se recuperó rápidamente y vivió aún siete años más.
La cuestión de la potenciación de los medicamentos ha traído consigo mucha
confusión. No había nada en los primeros experimentos de Hahnemann que indicaran
el grado de la dosis. Hahnemann notó que, especialmente en las enfermedades
crónicas, se producía a veces un empeoramiento temporal del estado del paciente.
Decidió de tratar de buscar la dosis óptima de cada medicamento, suficiente para
que actúe satisfactoriamente, pero sin lo que él veía como acciones colaterales.
Diluyó y sucusionó las medicinas y halló, para su sorpresa, que los medicamentos
escogidos según el principio de los similares actuaban aún mejor cuando eran
preparados de esta forma, de aquí surgió el término de "medicamentos
potentizados".
Sólo recientemente se ha vertido alguna luz sobre la potencia desarrollada en
éstas medicinas. Es un hecho conocido por todos los homeópatas experimentados
que los medicamentos altamente potentizados actúan más poderosamente que en
dosis materiales e incluso que en potencias bajas, es decir, medicamentos que no han
sido diluidos ni sucusionados en el mismo grado.
En la primera mitad del siglo XX había diferencias de opinión entre los
homeópatas que usaban potencias bajas y los que creían en las altas potencias. El Dr.
Wheeler comparó los resultados del tratamiento de unos 100 casos de neumonía y
halló que la tasa de mortalidad era la misma, pero que los pacientes tratados con
altas potencias se recuperaban mucho más rápidamente.
Trabajos recientes sobre el
agua "polimerizada" o "anómala" dan respaldo al punto de vista de que los efectos
de los medicamentos potentizados pudieran muy bien ser el resultado de un cambio
en la estructura molecular del solvente. Las moléculas del agua forman cadenas
largas. De la extensión y el tipo de éstas cadenas parece depender el estado físico
del agua, cuyos características químicas pueden quedar determinadas en
consecuencia. Es probable también que agitar la dilución, o sucusionar, altere estas
cadenas.
Bastante significativos son los últimos trabajos dejados por el Dr. G.P.Barnard,
investigador médico, y los del Dr. J.H. Stephenson en Nueva York. Su documento
conjunto sobre el tema, completado en 1965, decía en una parte del sumario :
"recientes aplicaciones de las teorías de física cuántica a los sistemas biológicos
indican que estas altas diluciones dinamizadas pueden actuar vía la estructura físicodinámica
de su fase de solvente, más que a través de las propiedades químicas de los
solutos disueltos. Las moléculas del solvente pueden disponerse en polímeros
isotácticos, estereoespecíficos, con la capacidad de autoreplicación en ausencia del
soluto excitante inicial. Algunas cualidades físicas de éstas diluciones altamente
dinamizadas parecen verificar esta conclusión".
Las medicinas potentizadas al estado al que se refiere el profesor Clarke
actúan poderosamente no tan sólo en humanos, sino también en animales. Pulsatilla
200 CH tiene una gran reputación entre los granjeros para el tratamiento de la
retención de placenta en el ganado vacuno.
Con el objetivo de hallar más cosas acerca de la Homeopatía, obtuve un
nombramiento como cirujano, y más tarde como médico del Royal London
Homeopathic Hospital antes de la guerra.
Pronto quedó demostrado que mis primeros fallos eran debidos a mi escaso
conocimiento de la materia médica y a prácticamente no tener ningún conocimiento
de la toma del caso y de la prescripción en homeopatía. Mientras estuve de cirujano,
probé la homeopatía en los post-operatorios, especialmente con la idea de aliviar el
dolor debido a las flatulencias. Con la guía de los expertos a los que podía acceder
libremente, hallé que los pacientes que presentaban una distensión abdominal
dolorosa con mejoría por eructar, respondían bien a Carbo-vegetabilis 200c.
Aquellos que obtenían mejoría por emisión de gases rectales respondían mejor a
Lycopodium, y que un determinado número de remedios, especialmente Raphanus
200c eran, de acuerdo con las indicaciones, efectivos en la mayoría de los casos en
que los gases no podían ser expelidos en ninguna forma. Solía esperar la noche
después de la operación, y si no daba resultado prescribía los calmantes habituales
para aliviar al paciente.
Uno de los efectos más sorprendentes de la homeopatía fue
el alivio rápido del dolor, después de darle Coffea 10M, en un paciente que esperaba
para una operación de protrusión de disco lumbar, cuando ya habían fallado dosis
masivas de "Omnopon".
En un caso de pleuresía que no hallaba alivio con morfina,
Bryonia 200c alivió rápidamente. Di Árnica a una mujer que se quejaba amargamente
de dolores causados por una fractura del cuello del fémur. No obtuve ningún efecto.
Como estaba llorona, buscando el consuelo y no se me ocurría ningún otro remedio,
le prescribí Pulsatilla 200c. Poco después me llamó cuando pasaba cerca de su cama
y me dijo "Doctor, con la segunda medicina que me dio, acertó plenamente".
Gradualmente me convencí del poder terapéutico de la homeopatía. Cuando
ejercía como cirujano del hospital, a los niños que había que operar de
amigdalotomía les daba Árnica antes de la operación y Rhus-tox 30c después. No
tengo suficiente experiencia para comparar mis resultados con el tratamiento
convencional, pero era obvio que las enfermeras y las monjas que provenían de otros
hospitales quedaban muy impresionadas con los resultados, en el sentido de la
ausencia de dolores post-operatorios. Como ésta es la operación más común en los
niños, nos da una base para comparar. A ninguno de los críos se le negó ningún
calmante.
Cuando ejercía de ayudante clínico de la Dra. Tyler, vi muchos casos
interesantes tratados con homeopatía. Por ejemplo, el de una mujer joven que había
sido enviada a casa después de ser diagnosticada de un tumor cerebral que se juzgó
inoperable. Se le dieron dosis altas de morfina que demostraron poco efecto. Como
su salud había quedado minada por una difteria bastante grave, la Dra. Tyler le
prescribió Diphterinum 200c y hubo una mejoría notable del dolor. Cuando se la
atacaba con los efectos de la sugestión como explicación del tratamiento
homeopático, la Dra. Tyler solía decir : "Bueno, si es así, es una manera muy útil de
aplicar la sugestión".
No hay estadísticas recientes sobre la evidencia de los efectos del tratamiento
homeopático, tales como las hubo en el siglo pasado en las epidemias de cólera. En
una epidemia en Londres en 1854, la evidencia a favor del tratamiento homeopático
fue apabullante, tal como pudieron juzgar las autoridades convencionales, pero no se
incluyeron éstos resultados en el dossier de la epidemia. Cuando se interrogó al
miembro del Parlamento responsable de esta omisión, dijo que si lo hubiera incluido
podía haber animado al charlatanismo.
La evidencia estadística a gran escala más
reciente de los efectos del tratamiento homeopático, nos queda tan lejos como la
pandemia de gripe que se produjo después de la primera guerra mundial. Los
médicos homeópatas americanos proclamaron que su tasa de mortalidad ,en 17.000
casos de todas las edades durante la segunda oleada de la enfermedad, fue de 0.3
por cien, contra la mortalidad global de cerca del 20 por cien.
Estas estadísticas pueden estar equivocadas, y cualquier proclamación de la
superioridad del tratamiento homeopático en el pasado puede ser atribuido a los
malos efectos del tratamiento ortodoxo del momento en que se registraron las
estadísticas. A pesar de que casi el 10 por ciento de las camas de hospital están
ocupadas actualmente por pacientes que padecen alguna enfermedad de origen
iatrogénico, ese no es aún ningún argumento para probar la homeopatía.
No todo el mundo tiene la oportunidad que yo tuve de ver en acción a un
equipo de homeópatas expertos trabajando. Si de alguna forma podemos salvar el
virtual lavado de cerebro de los estudiantes de medicina, tenemos que estar
preparados para hacer que se interroguen más fácilmente sobre la homeopatía y
traten de probarla. Pero a diferencia de probar un nuevo antibiótico o un nuevo
analgésico, es necesario una cierta preparación y estudio antes de poder evaluarla
adecuadamente en la clínica.
¿No podríamos concentrarnos en los casi-específicos tales como Árnica en el
shock quirúrgico, Chamomilla en las dificultades de la dentición, o Ignatia en las
consecuencias recientes de pena o duelo? Podemos incluir también remedios para
animales, tales como Graphites para las durezas de las patas de los perros, para
aquellos que tengan la oportunidad de probar la homeopatía de esta forma.
Como
médico secretario, uno de mis deberes era ayudar a enseñar homeopatía a los
médicos de guardia. Pronto me di cuenta de que la mejor manera, era de
asegurarme de que cualquier resultado sorprendente lo vieran todos. Entonces y
solamente entonces emprendían en serio el estudio.
El Dr. Foubister se graduó en medicina por la Universidad de Edimburgo y estudió
homeopatía en el Royal London Homeopathic Hospital bajo la tutela de la Dra.
Margaret Tyler y del Dr. Borland. En 1956 era el consultor de pediatría del Hospital y
en 1960 fue nombrado Rector de la Facultad de Homeopatía, y Presidente durante el
período de 1970 a 1972. Una de las grandes aportaciones del Dr. Foubister fue la
introducción del medicamento Carcinossinum en la materia médica homeopática.
Murió en el año 1988