Publicado por Miguel Jara el 24 de octubre de 2011
El pasado 23 de agosto de 2011 la agencia estadounidense para la supervisión de las vacunas VAERS, notificó la muerte de una joven de 14 años a la que se le había administrado la vacuna contra el virus del papiloma humano Gardasil, fabricada por el laboratorio Merck. Esta ha sido, que se sepa, la última posible víctima de esta vacuna que se produjo 14 días después de la vacunación. Según el informe VAERS 430780, la adolescente que fue vacunada el 28 de marzo sin padecer ninguna enfermedad que supusiera amenaza para su vida y tampoco recibió ninguna otra vacuna ese día.
La causa de la muerte, un infarto de miocardio, tan inusual en una adolescente sana, según el patólogo que realizó la autopsia, pudiera deberse a una miocardiopatía temprana. Sin embargo, el caso recuerda demasiado a lo que le ocurrió a la niña británica Natalie Northon.
En muchas ocasiones se han denunciado los métodos empleados por el laboratorio para implantar su producto, política y comercialmente, hasta el punto de que en algunos países como Francia y México se ha retirado la publicidad del mismo por considerarla engañosa, pero hasta el pasado 5 de septiembre, no se pudo demostrar, gracias a un estudio independiente realizado por SANEVax que la vacuna porta fragmentos de ADN del virus del papiloma adheridos al adyuvante de la vacuna (el aluminio) que ponen en evidencia no solo al laboratorio en cuestión sino también a los organismos encargados del control de la calidad de los medicamentos antes de su comercialización. Sobre este particular a finales de este mes publicamos un extenso reportaje de mi factura en la revista Discovery DSalud.
Ya son demasiadas las víctimas de este negocio que se aprovecha de la eficacia que han tenido otras vacunas y del miedo que todos le tenemos a la palabra cáncer. Tal vez lo que deberíamos preguntarnos es a qué se debe tanto empecinamiento en seguir administrando una vacuna tan cuestionada científicamente y que, además, no evita los protocolos habituales de detección de la enfermedad.
Una vez más, la Asociación de Afectadas por la Vacuna del Papiloma (AAVP) demanda a las autoridades políticas y sanitarias, que realicen cuantas investigaciones sean necesarias para esclarecer los hechos denunciados y de nuevo les insta a que el citado producto deje de comercializarse.
Según VAERS el número de muertes registradas en relación con la vacuna asciende ya a 103.
Más info en el libro La salud que viene. Nuevas enfermedades y el marketing del miedo que profundiza en la campaña de miedo desarrollada por Merck para vender la vacuna.
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